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Durmiendo con el enemigo_13.03.2015

Desde la ruta, las sojas se ven preciosas, pero no todo  lo que reluce es oro. Al bajo precio previsto para el grano, los agricultores le han sumado otro obstáculo a salvar: la temprana y riesgosa aparición de la Roya Asiática de la Soja (RAS). La clave para un manejo adecuado es la rápida detección para tomar las medidas adecuadas: ese fue el cuello de botella en la zafra pasada y ha sucedido ya durante la presente.

El fitopatólogo Carlos Pérez, profesor adjunto en la Estación Experimental Mario Alberto Cassinoni de la Facultad de Agronomía (Udelar), tras detallar esa situación al El Observador Agropecuario, instó a “monitorear, a revisar el cultivo, para determinar cuándo comienzan a haber pústulas detectables y, en base a un análisis técnico, definir si es necesaria una intervención química”.

Pérez enfatizó que “la única medida de manejo posible que tiene el técnico para reducir la interferencia de la RAS en el cultivo es la aplicación de fungicida”, y que “la pertinencia y el momento se vuelven decisiones clave en el éxito a alcanzar”.

La zafra 2014/15 se ha caracterizado por condiciones climáticas en noviembre, diciembre y enero con varios días con lluvia, de precipitaciones frecuentes. “Se puede resumir en riegos semanales en los primeros tres meses del ciclo, con condiciones que favorecieron un excelente desarrollo del cultivo, pero en un ambiente favorable para las enfermedades”, dijo.

“La mancha marrón causada por Septoriaglycines tomó mayor importancia que en zafras previas. Este ambiente favoreció también al inóculo de RAS, causada por Phakopsorapachyrhizi, proveniente de Brasil, encontrando un ambiente favorable para infectar e iniciar la enfermedad más temprano en el ciclo que en años anteriores”, detalló.

“Luego se frenaron las lluvias y eso detuvo el avance de distintas enfermedades, incluso enlenteció la epidemia de RAS a nivel regional; a principios de marzo retornó el clima húmedo, no con lluvias abundantes pero sí frecuentes, es de esperar que se favorezca la ocurrencia de nuevas infecciones de RAS y por lo tanto un reinicio de las epidemias”, expresó.

Pérez dijo que está establecida la idea de que dicha enfermedad es explosiva, “sin embargo cuando uno analiza el largo del ciclo (nueve a  10 días) y la capacidad de esporulación no difiere demasiado de las royas de los cereales. Lo de explosivo es porque cuesta más detectarla a principios de la epidemia. Mientras que la mayoría de los técnicos sabe buscar y detectar las royas de los cereales, pocos técnicos han tenido la chance de hacerse el ojo con la RAS. En general llega tarde en el ciclo del cultivo y pasa inadvertida, y eso ha limitado la capacidad de entrenamiento de los técnicos en la detección temprana”.

La RAS “puede infectar a lo largo de todo el ciclo de la soja. Para ello requiere que haya ambientes favorables, y presencia de inóculo,  ya que la mayoría de los cultivares presenta deficiencias en su resistencia a esta enfermedad. Sobre esta base, a la fecha, si bien hay diferencias en la presión de inóculo que hay en distintas zonas, se puede decir que hay inóculo presente en todo el Uruguay y que la ocurrencia de la enfermedad está sujeta a las condiciones ambientales de cada chacra, y en casos específicos a la resistencia del cultivar”, detalló.

Sobre si la existencia de sojas de elevado porte en la mayoría de las chacras es un escenario más propicio para que esta enfermedad se extienda, respondió: “claro, el gran desarrollo de los cultivos, principalmente los sembrados temprano, que tuvieron un gran acumulación de biomasa, genera un microclima favorable para el desarrollo de la RAS”.

Complementó que “los rayos UV son los principales enemigos de las esporas de Phakopsorapachyrhizi, causal de la RAS, por lo cual cuanto más expuestas estén las esporas a estos rayos menor viabilidad tendrán. Las esporas necesitan al menos seis horas de agua libre sobre la superficie de la hoja para poder germinar. Por esta razón el microclima generado dentro de la canopia de sojas vigorosas favorece al desarrollo de la enfermedad. Y este microclima toma mayor importancia relativa cuando cesan las lluvias, como ocurrió en febrero”.

La RAS, dijo, es la enfermedad más temida en Brasil, Paraguay, Bolivia y norte argentino debido a su gran capacidad de daño. Es capaz de ocasionar pérdidas de hasta el 90% en esos países. En Uruguay se han reportado disminuciones significativas en el peso de 1.000 granos, básicamente debido a una senescencia prematura de las hojas, lo que lleva a que se limite el llenado de los granos.
La enfermedad es causada por Phakopsorapachyrhizi, un hongo biótrofo que hasta el momento no ha mostrado capacidad para sobrevivir al invierno de Uruguay, por lo cual el desarrollo de epidemias en cada zafra está sujeto al inóculo que provenga de los países fronterizos, principalmente desde Brasil, señaló.

La particularidad de la presente zafra, manifestó, “es que el inóculo de este patógeno llegó muy temprano, y encontró condiciones favorables. Pese al déficit de lluvias en febrero, el microclima de algunos cultivos permitió que la enfermedad siguiera avanzando; hoy nos enfrentamos a que varios cultivos de primera están siendo manejados por esta enfermedad, y los de segunda están con un gran riesgo de epidemias debido al aumento de la humedad y lo que resta del ciclo”.

En todo el país

Consultado sobre en qué zonas del país se han detectado casos positivos de RAS, Carlos Pérez indicó que “el primer caso positivo de conocimiento general fue el 21 de enero, en la zona de Vichadero, casi 20 días antes en el calendario que la primera detección de la zafra pasada”. Añadió que “hoy ya se ha detectado hasta en el departamento de Colonia, el más alejado de la frontera con Brasil que es donde generalmente ocurren las primeras detecciones”. Eso, dijo, “permite asumir que hay inóculo en todo el país”.

Fuente: El Observador

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