Bendita ayuda_11.05.2015
Parece una verdad de Perogrullo recordar que la producción ganadera se desarrolla a cielo abierto, pero no lo es. Cada tanto, una escasez o un exceso, nos recuerda la importancia de las lluvias para el campo. Tanto como el sol y el viento. Pero las precipitaciones comenzaron a pintar sobre fines de enero pasado los mapas de Uruguay de un color más oscuro y, finalmente, en el otoño, las precipitaciones le dieron la espalda al sector agropecuario.
El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) venía monitoreando esa realidad, que comenzó por afectar el tramo final de los cultivos de verano, cuyo buque insignia es la soja, que el año pasado fue el principal producto de exportación de Uruguay, por encima de la carne vacuna, al alcanzar los US$ 1.621 millones, según Uruguay XXI. Sin agua suficiente, la oleaginosa perdió rendimiento.
Pero resulta que en febrero dejó de llover y lo que empezó a desmejorar fue la comida de los vacunos –de carne y leche– y las aguadas y tajamares a perder sus caudales. De nuevo apareció Perogrullo para recordarnos que el campo natural es el principal recurso forrajero de la ganadería uruguaya y sobre esas 10 millones de hectáreas fértiles la realidad fue pasando de verde a amarillo.
El problema es que sin lluvias suficientes el pasto va perdiendo calidad y los animales su buena condición corporal. Todo ello a las puertas del invierno, cuando la naturaleza descansa y los productores deben apelar a la suplementación alimentaria, en especial los tamberos. Porque la vaca tiene que comer bien para dar leche.
Una de las cosas que llamó más la atención cuando el ministro de Ganadería, Tabaré Aguerre, anunció el miércoles pasado las medidas por la emergencia agropecuaria declarada en el este del país fue ver la evolución de los mapas de agua en los suelos, cada vez más rojos en Cerro Largo, Treinta y Tres, Rocha, Lavalleja y Maldonado, donde llegará la ayuda del gobierno.
Como en otras ocasiones, el MGAP proporcionará durante 90 días raciones con subsidios y créditos blandos para los productores ganaderos familiares –hasta 500 hectáreas Coneat 100– y, en menor medida, para los que tengan hasta 1.250 hectáreas Coneat 100.
La exposición del ministro Aguerre al hacer los anuncios fue sólida. Dijo que el objetivo es aplicar instrumentos y recursos del Fondo Agropecuario de Emergencia (FAE) “y actuar tempranamente sobre una situación que puede no generalizarse, pero que será compleja”.
Con realismo, Aguerre dijo que “no es una solución 100%” del problema, en alusión a que la sequía produce daños que no se recuperan –las praderas con plantas dañadas hay que resembrarlas–, pero enfatizó que “nos interesa apoyar para que la estructura productiva salga del invierno parada lo mejor posible”.
La ayuda del gobierno no es gratuita –los productores tienen que devolver el 75%– y además está condicionada a que los productores no tengan una carga animal excesiva en el campo –porque sería una mala señal aceptarlo, dijo Aguerre– y deberán capacitarse en la aplicación de diagnóstico de gestación, una tecnología que enseñarán técnicos del MGAP y que sirve para determinar el requerimiento de comida de las vacas.
Los productores que reciban ayuda no podrán estar endeudados con el FAE y deberán caravanear los terneros para incorporar la lectura electrónica, que es obligatoria cada año para el Sistema Nacional de Identificación Ganadera (SNIG).
Con realismo, Aguerre dijo que “no es una solución 100%” del problema, en alusión a que la sequía produce daños que no se recuperan –las praderas con plantas dañadas hay que resembrarlas–, pero enfatizó que “nos interesa apoyar para que la estructura productiva salga del invierno parada lo mejor posible”.
La ayuda del gobierno no es gratuita –los productores tienen que devolver el 75%– y además está condicionada a que los productores no tengan una carga animal excesiva en el campo –porque sería una mala señal aceptarlo, dijo Aguerre– y deberán capacitarse en la aplicación de diagnóstico de gestación, una tecnología que enseñarán técnicos del MGAP y que sirve para determinar el requerimiento de comida de las vacas.
Los productores que reciban ayuda no podrán estar endeudados con el FAE y deberán caravanear los terneros para incorporar la lectura electrónica, que es obligatoria cada año para el Sistema Nacional de Identificación Ganadera (SNIG).