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El desafío de las malezas: ¿hay que dejar la siembra directa?_16.06.2015

En Uruguay, en el año 2005, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (Inia) difundió un documento titulado “Resistencia de Malezas a Herbicidas”, en el cual puntualizaba que “entre los países que integran el Mercosur, Uruguay es el único país que no tiene declaradas malezas resistentes”, y añadía en tono de deseo: “es de esperar que esta situación se pueda mantener”.

Hace casi un año, en agosto de 2014, se realizó en Salto la jornada “El impacto de las malezas resistentes sobre la productividad de los cultivos: Consideraciones  en el corto y mediano plazo”. El evento fue organizado por Bayer y en él varios técnicos se refirieron a cuánto les preocupa la resistencia al glifosato y otros herbicidas.

Pero a pesar de la preocupación, en la oportunidad se dejó en claro que la resistencia de las malezas no es, en Uruguay, un problema como el que vive Argentina. No obstante ello expertos del Inia llamaron a tener cuidado sobre los cultivos y a ser inteligentes para aprender de lo que está pasando en las chacras argentinas donde el problema es serio y los desafíos difíciles.

ARGENTINA.

“El manejo de malezas es cada vez más complejo y costoso, dada la constante aparición de especies y biotipos tolerantes o resistentes a diferentes herbicidas. En ciertos casos, surge la pregunta sobre si las características extremas de la problemática habilita, como estrategia de manejo, practicar una labranza que permita relajar la competencia que libran los cultivos con las malezas por los recursos ambientales”, así comienza un artículo del periodista Pablo Losada publicado el 13 de junio en el suplemento Rural de Clarín.

El artículo refiere, precisamente, al problema que Argentina tiene sobre las malezas. Y dadas las similitudes que ese país tiene con nuestro Uruguay, bueno es observar y prestar atención, por aquello de que cuando veas las barbas de tu vecino arder pon las tuyas en remojo.

Luis Lanfranconi es uno de los más importante expertos sobre malezas que tiene Argentina, desempeñándose en la agencia Río Primero del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), en Córdoba. Al respecto dijo a Clarin que “la labranza sería la última de todas las alternativas para el control de malezas, sobre todo en zonas en las cuales costó mucho tiempo generar coberturas”.

“La labranza es un factor de remediación y es posible hacerlo, pero no es la solución. Lo más importante es la anticipación y prevención a través del manejo”, agregó.

Las malezas son poblaciones con un comportamiento bioecológico particular, con lo cual “si el objetivo es enterrar la semilla para que no rebrote, hay que llevarla hasta los 18 centímetros de profundidad e, igualmente así, surgiría todo ese viejo banco de semillas conocido de aquellos tiempos en los que se labraban los campos”, advirtió.

El técnico deja en claro que no está de acuerdo con la idea de hacer labranzas para combatir las resistencias, define el artículo.

LA PEOR DECISIÓN

Por otra parte la presidente de Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), María Beatriz Giraudo (foto), dijo que “la labranza es la peor decisión, con la que muchos productores se tientan. Sin embargo, devuelve un sinnúmero de problemáticas e implica retroceder varios años en los avances conservacionistas que hemos logrado”.

Giraudo se refiere a la importancia de no desperdiciar los años en siembra directa, exclusivamente por la coyuntura que están provocando las malezas duras.

“Hay que poner el foco en el manejo preventivo, el monitoreo y la diversidad de cultivos, e inclinarse por la adopción de prácticas como los cultivos de cobertura, los cultivos de invierno y el uso de herbicidas pre y post emergente ”, sostuvo.

La presidente de Aapresid destacó que la siembra directa logró adormecer a muchas malezas que requerían de la labranza para su germinación; agregó que teniendo en cuenta que se trata de un “sistema”, no es recomendable que retroceda por una situación puntual.

SIEMBRA DIRECTA

En otro orden, especialistas de la Universidad Nacional del Noroeste, en Buenos Aires, estudiaron el impacto de reintroducir un control mecánico en los lotes bajo siembra directa. Ese análisis derivó en un informe en el cual sus autores, Joaquín Andriolo y Pablo Kálnay, refieren a los “mitos y realidades sobre el laboreo mecánico”.

 Ambos técnicos analizaron los pros y contras de volver a labrar los suelos por una alta infestación de rama negra. Y sus conclusiones estuvieron más a favor de la siembra directa que de la labranza, precisa el artículo de Clarín.

Los autores midieron los cambios en la comunidad de malezas luego de una remoción reciente del suelo para controlar la rama negra y lo que pasaba también después de hacer controles químicos en siembra directa.

 Los resultados a los que llegaron los investigadores mostraron que la labranza en el corto plazo soluciona el problema de rama negra, pero que al largo plazo no reduce ni la presencia ni la densidad de la especie, concluye.

 

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